LA GUERRA DEL ASIENTO

 

 

 

Los británicos penetran en la bahía

 

Con la caída del castillo de San Luis de Bocachica queda abierto el paso al interior de la bahía. Vernon reagrupará sus barcos y dicidirá establecer su cuartel general en Punta Perico, situada en un extremo de Tierra Bomba, posición privilegiada para observar el desarrollo de las operaciones porque desde allí se divisa Castillo Grande, Manzanillo y toda la bahía interior cartagenera. Pensó que desde ahí, con amplia visión, podrá dirigir el último impulso conducente a la que ya cree su gran victoria. Pero para ello aún pasarán unos días.

 

Los defensores de Bocachica, incluidos Lezo y Eslava, llegaron a la ciudad durante la noche del 5 al 6 de abril. Hacia las 2 de la madrugada llegó Eslava. A las 4 de la madrugada del día 6 ya han llegado todos los botes y lanchas. Los heridos son enviados a iglesias y conventos para ser atendidos. Pero no hay tiempo que perder: toda la demás tropa es reorganizada en piquetes de 50 hombres con el fin de obtener mayor movilidad. Los que habían estado destinados a Bocachica se sumaron así a las defensas de la bahía interior, donde igualmente son trasladados los navíos Dragón (60) y Conquistador (64), que hasta ese momento estaban en Bocagrande, situándose estos navíos entre los fuertes de Castillo Grande y Manzanillo para cerrar el paso del enemigo que entraría a la bahía. Apresuradamente, las escasas embarcaciones  mercantes que había en el puerto se colocaron acordonadas formando una barrera para tratar de impedir la entrada a la bahía interior. Esta nueva barrera es formada por Blas de Lezo, pensando en resistir nuevamente tras la línea de mercantes para despues echarlos a pique en caso de necesidad en puntos adecuados para obstaculizar los movimientos de los buques ingleses, pero Eslava decide echar a pique todas las embarcaciones el día 8 por la noche, incluso antes del nuevo ataque inglés.

 

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Vista aérea actual del claustro del Convento de los Agustinos, hoy Universidad de Cartagena de Indias. En edificios como este fueron atendidos los soldados heridos o enfermos tras los combates en Bocachica. El claustro tenía entonces dos niveles; el tercero que se ve en la fotografía se debe a una profunda reforma sufrida por el edificio en el siglo XIX que lo desfiguró completamente.

 

 

Los mercantes hundidos no supondrán, como comprobaremos más adelante, demasiados problemas para el paso de los buques enemigos. Don Blas sabía que las profundidades de esa zona eran diferentes a Bocachica y que los ingleses resolverían los inconvenientes aunque, quizás, les retrasaría nuevamente un poco. Pero se les podía desgastar aún más en un nuevo combate en su intento de traspasar la nueva línea de defensa.

 

El día 7 el virrey autoriza la última salida hacia Mompox de mujeres y niños. Las monjas decidieron quedarse para cuidar de los enfermos y heridos. Al resto de personal civil se le instruye aceleradamente en el manejo de armas. Este mismo día, tras afanarse en Bocachica en despejar el paso que entorpecían los navíos españoles allí quemados o hundidos, empiezan a cruzar Bocachica los navíos ingleses.

Localizacion de Mompox en una imagen de Google Earth.

Elaboración propia.

 

En la entrada a la bahía interior, entre Cruz Grande y Manzanillo, la nueva barrera defensiva quedóará dispuesta hacia el día 11, con los mercantes hundidos para tratar de impedir el paso. En realidad, era una barrera muy débil. Como los ingleses debían reorganizarse además de pasar mucha gente y embarcaciones a la bahía, estos preparativos enemigos dieron margen de tiempo a reorganizar la defensa española.

 

Pues en efecto, durante estos días los británicos estaban atareados en el paso por Bocachica al interior de la bahía. Después tenían que avanzar rápidamente moviendo barcos, tropa y artillería. Como los españoles tampoco tenían tiempo que perder. Bocachica, con sus muertos, quedaba atrás. Sus prisas hicieron que no se preocuparan de enterrar a esos muertos que hedían horriblemente. Las tropas y la artillería británicas que habían desembarcado en Tierra Bomba para participar en los combates contra el castillo de San Luis fueron progresivamente trasladadas en buques que fondearon en la bahía exterior. Vernon envió al  navío Weymouth (70) en compañía de una balandra a apoderarse de las posiciones españolas situadas en Pasacaballos, lugar por donde entraban víveres y mercancías hacia Cartagena de Indias, adueñándose del lugar y de las barcas de transporte allí existentes. Eso les sirvió para hacer aguada.

 

Pero el vicealmirante inglés se lo está pensando dos veces antes de atacar la línea de mercantes que Lezo hubiera deseado que fuese una repetición de Bocachica, para que Vernon no se olvidase de que le estaba saliendo inusitadamente caro ganar posiciones defensivas españolas.

Los británicos penetran en la bahía. Los dos navíos españoles abandonan Bocagrande para formar una nueva línea de defensa apoyada por Castillo Grande y Manzanillo. Se situan los mercantes existentes en el puerto entre las fortificaciones a modo de barrera. Elaboración propia.

 

El estirado Vernon, resplandeciente y jubiloso, navega pomposamente por la bahía en su navío insignia con una escolta de tres barcos, ondeando orgullosamente sus luminosos y flamantes gallardetes. Se dirige a Punta Perico donde, como quedó dicho, establece su cuartel general.

 

El inglés estudia la situación para decidir las acciones a realizar. Sus tropas en La Boquilla habían sido detenidas, pues la defensa española en la zona, sumada a las dificultades del terreno, les habían impedido marchar hacia la zona de La Popa en su primer intento. Aquí se había cumplido lo indicado por Lezo: es fundamental impedir una cabeza de playa.

 

A diferencia de lo ocurrido en Bocachica, donde no ordenó nada para impedir un desembarco enemigo, en La Boquilla, dado lo peligrosamente cerca que estaba de la ciudad, el virrey Eslava sí había entendido la importancia de las prevenciones de Don Blas, y puso más interés en impedir el avance británico, lo que tuvo éxito.

Reconstrucción virtual del acceso a la bahía interior cartagenera en 1741. En primer término, el fuerte Manzanillo; más al fondo se observa Castillo Grande. Entre ambas fortificaciones se hundieron diversos barcos para que sus cascos impidieran el paso de buques ingleses, que aparecerían por la bahía exterior, zona de la izquierda de la imagen. Al fondo, en el horizonte, se ve Bocagrande, que no era navegable. La imagen, cortesía del Museo Naval de Madrid, es un fotograma del video Blas de Lezo. Las fortificaciones de Cartagena de Indias, propiedad de la Fundación Museo Naval. Todos los derechos reservados.

 

 

Vernon tiene opciones. Una era repetir la acción que había realizado Drake en 1586: un ataque directo desde Bocagrande, avanzando por la zona de La Caleta en dirección a las murallas y baluartes de la ciudad en su zona sureste. La gran diferencia es que cuando atacó Drake no había murallas. Para atacarlas con eficacia y no perder semanas como en Bocachica, Vernon tendría que apoyar a las tropas de tierra con masivos bombardeos navales, mucho más intensos que en aquel canal, y esto exigía exponer abiertamente sus navíos, cosa nada convincente para él. El vicealmirante, con la experiencia de Bocachica aún reciente, consideraba que las fuerzas navales había que preservarlas para operaciones futuras en el Caribe (en realidad, por el rabillo del ojo sigue temiendo a la escuadra de Rodrigo de Torres fondeada en La Habana).

Jueves 6

[ … ] pasé en casa de D Seuastian de Eslaua. haver si se ofrecia algo, y asolicitar se distribuyese la jente demar consus condestables, y oficiales, en los Baluartes y vatrs.  para el manejo dela Artilleria   [ … ] y auiendo quedado de acuerdo pase al Convento de San Francisco adonde aquartele toda esta jente, y deje, formados ocho piquetes de cinquenta hombres, y doszientos marineros con sus Fuziles, con doscientos y cinquenta para el seruicio dela Artilleria, los dos nauios del Rey y Marchantes amanecieron acordonados por la parte de adentro del Castillo grande, hasta el Manzanillo para cerrar aquel paso alos enemigos en el caso forzoso.

 

Viernes 7

Este dia por la mañana fui aver a D Seuastian de Eslaua, para ver si se le ofrecia algo, y los halle con el Capitan dela Artilleria, quien me pidio Cañones, Valas, y los demas pertrechos correspondientes. Di luego la orden para que del Dragon se sacasen como se executó, pidio también doscientos hombres demar con sus Condestables, y Artilleros de Brigada lo q. se executó, y di a D Seuastian de Eslaua la relación delos ocho Piquetes para destinarlos adonde convenga, y puse en los almazenes del Rey, Ciento y mas fuziles, y Pistolas, ala disposicion de D Seuastian de Eslaua   [ … ]  todo este dia se ha trabajado en perfeccionar la linea del Nauio del Castillo grande y Manzanillo  [ … ]

 

Savado 8

Alas seis Pasé en casa de D Seuastian de Eslaua hauer si se ofrecia algo  [ … ]  le manifeste las ordenes que auia dispuesto para los Nauios del Rey, y marchantes de Castillo grande, para quando llegue el caso de echar estos a pique, y que los del Rey se mantengan hasta lo ultimo, pareziole bien esta disposicion [ … ] a la vna del dia vino  a  mi casa  D  Hermenegildo  de  Orbe a  representarme  [ … ] que las tripulaciones de esos Nauios, hauian dicho. que luego. que los enemigos lleguen á medio tiro abandonarian los nauios, aunque fuese echandose el agua, y que asi dispusiese su retirada, dixele que materias de esta importancia se representaban por escrito y con fundamentos correspondientes  [ … ]  hiendo primero a bordo del Dragon, adonde llame toda la jente arriva aquien hize mi orazion, la que oyda por ellos respondieron unanimes, y conformes, ydelante desu Capitan, no havian hablado palabra, y que estaban promptos acumplir con su obligacion, pasamos a bordo del Conq.ºr y subsedio lo mismo [ … ] la que manifesto a Don Seuastian de Eslaua y parecio comveniente , que esta noche se echen los nauios Marchantes apique, como se executo.

Diario de Lezo

Otra diferencia, muy importante, es que se habían iniciado las primeras lluvias, pues se iba acercando el final de la época seca en Cartagena de Indias. Eso hacía que el terreno desde Bocagrande hasta las murallas, además de estrecho, lo que dificultaba maniobrar grandes masas de infantería, se tornaba pantanoso, de capa freática muy elevada, lo que entorpecía mucho tanto los movimientos de la infantería como los de la artillería que había que trasladar, existiendo el riesgo de quedar inmovilizada una y otra.

 

A esto se añadía una cuestión importante: las cada vez mayores dudas que Vernon tenía en Wentworth, el general de las tropas de tierra, pues desconfiaba que Wentworth, en el terreno dificultoso por el que tendría que avanzar, fuese capaz de manejar con agilidad a los infantes, desplegar la artillería con suficiente rapidez y manejar el conjunto con eficacia. En consecuencia abandona esta opción al considerarla difícil de ejecutar y coordinar con éxito en  breve tiempo.

 

Por tanto, la única opción que le quedaba a Vernon era un ataque desde el sur, pasando por el fuego del castillo de San Felipe de Barajas. Para distraer fuerzas españolas, el inglés planeó un nuevo ataque por el norte, por La Boquilla, que haría pinza con el ataque más importante desde el sur. En el mejor de los casos, pero improbable, quizás consiguiese esa pinza con el desembarco de grueso de las tropas que atacarían por Manzanillo, el lado sur. Es una nueva versión de su primer plan de ataque. La operación por el sur conllevaba la ocupación previa de los castillos de Castillo Grande y Manzanillo.

 

Para evitarse sorpresas, Venon ordenó al comodoro Lestock que su grupo de navíos permaneciera en Bocachica. No vaya a ser que aparezcan por ahí refuerzos españoles. La escuadra de Rodrigo de Torres, sin ir más lejos.

Reconstrucción virtual de las murallas y baluartes de Cartagena de Indias y su barrio de Getsemaní (que entonces era llamado Jinjimani). Es de imaginar el impresionante aspecto que ofrecían estas fortificaciones.


En las murallas y baluartes de Cartagena se derriban merlones y se colocan sacos de tierra como nuevos parapetos, cosa que ya había mandado hacer Lezo en Bocachica. Todo se intenta preparar para un posible asalto final.

 

Cartagena de Indias empezaba a ser un hervidero de tensión y nervios. Entre los españoles se extiende cierto desánimo, lógico por otra parte, dadas las circunstancias. Lezo se entera de un rumor: parte de sus tripulaciones, desmoralizadas por los hechos recientes, pretendía abandonar los barcos. En este mal momento para la tropa española Lezo entiende que no debe decaer la moral y el día 8 se dirige en enérgica y sentida arenga a sus oficiales y marineros de los dos buques que quedan, demostrando sus dotes de líder y ejemplo de motivación para sus subordinados, animándoles a conseguir la victoria.

 

Eslava ordena reforzar el Castillo Grande para resistir junto a los mercantes hundidos y junto al fuerte de Manzanillo en esta nueva línea de defensa. Era una decisión discutible porque dicho castillo no estaba en condiciones de ser defendido. La única forma de defender esa línea, donde un punto importante debía ser precisamente Castillo Grande, era la ideada por Lezo: los mercantes hacían de barrera para frenar a los buques ingleses mientras la artillería de los dos navíos de Lezo se sumaba a la de Castillo Grande y Manzanillo.

 

Era como una repetición de la defensa enconada de Bocachica: navíos mercantes formando barrera en recuerdo de la cadena de Bocachica, fortificaciones dispuestas a disparar sin cesar, en este caso Castillo Grande y Manzanillo en recuerdo de lo que fue el castillo de San Luis de Bocachica, y navíos de Lezo detrás de la barrera en apoyo de toda la línea y disparando hasta la última bala posible.

 

Pero, por orden de Eslava, los mercantes ya estaban hundidos y, lamentablemente, no impedían el paso de navíos enemigos. Eso hacía muy débil a Castillo Grande, que estaba en malas condiciones, a pesar de que se habían trasladado allí algunos cañones de los navíos de Lezo, con sus dotaciones de artilleros navales, que habían sido desembarcados antes de hundir los navíos en Bocachica.

 

De hecho, muy poco después se rectificó la idea, de manera que Castillo Grande sería abandonado y sus defensores trasladados a otras posiciones más adecuadas. Abnadonar Castillo Grande tiene una consecuencia: a diferencia de lo que ocurrió en Bocachica, donde la combinación de navíos y baterías de tierra, aguantando hasta el último momento, había frenado a los ingleses, en esta ocasión no había apoyo mutuo entre castillos y navíos. Sin tal apoyo conjunto, Manzanillo y los navíos de Lezo perdían valor. En el virrey va forjándose la idea, en el afán de impedir el paso a los británicos, de hundir también los dos navíos de guerra que quedaban, el Dragón (60) y el Conquistador (64), ¡incluso sin combatir!, cosa que, como era de esperar, supondrá un nuevo enfrentamiento de Lezo con el virrey.

 

--No me ha entendido usted, don Blas. O no ha querido entenderme. No sé si ha prestado la suficiente atención a lo que le he dicho. De nada les valdrá a los ingleses la toma de la Cruz Grande si sus barcos no pueden acceder a la bahía interior, y eso lo conseguiremos mediante el hundimiento del Dragón y el Conquistador. Y supongo que eso también les dificultará su avance hacia la Popa, a la que usted concede tanta importancia.

--Señor, conocemos bien la profundidad de la bahía, que es muy superior a la del calado de estos navíos. El hundimiento de ambos buques será incapaz de cerrar el paso al enemigo. Por el contrario, si cometemos el error de hundir el Dragón y el Conquistador, lo único que lograremos será perder los dos barcos que nos quedan. Y eso, repito que con todos los respetos, es una acción absurda.

--Mi querido don Blas, ¿no trató usted de bloquear Bocachica mediante el hundimiento del Galicia? ¿O es que cuando usted planea una acción es correcta y cuando la planean sus superiores es absurda?

El soniquete burlón empleado por el virrey consiguió alterar los nervios del almirante. Una vez más trató de contenerse y de responder con sosiego:

--Señor, en los fondos marinos de Bocachica existe un estrecho corredor de formaciones coralinas a través del cual deben pasar todos los buques. Si hubiese conseguido cegar ese corredor con el casco de mi nave, sin duda que se hubiera obstaculizado el paso a los barcos enemigos. Pero aquí, en medio de la bahía, la situación es muy otra: la profundidad es tanta, que de ninguna manera se podrá cegar el paso de los barcos. Eso, por no hablar de la anchura, pues incluso en el hipotético caso de que un barco hundido supusiera un obstáculo para la navegación, muy fácilmente podría ser esquivado o rodeado, dada la enorme amplitud de la bahía.

--Cada día me resulta más difícil hablar con usted, don Blas. Mejor será que lo dejemos aquí. Se hará como le he dicho, y usted será el encargado de ejecutar mis órdenes.

La cuerda se estaba tensando mucho. Demasiado. Corría el riesgo de romperse y, en efecto, se rompió.

--Si ese es su parecer, señor, le ruego que, desde este mismo momento, me releve de mi puesto. Continuaré peleando como un combatiente más. Prefiero hacerlo así a colaborar con el sacrificio inútil de la vida de tantos valientes soldados españoles en la flor de su edad.

--Acepto su renuncia, Lezo. –No hizo esfuerzos el virrey por mostrar su contento ante semejante decisión--.

RECREACIÓN LITERARIA. El héroe del Caribe. J. Pérez-Foncea, Editorial LibrosLibres. 2012.

 

Quitar atribuciones a Don Blas no ocurriría hasta el día 15. Tanto el abandono de Castillo Grande como el hundimiento de los dos navíos fueron responsabilidad exclusiva del virrey Eslava y ambas decisiones fueron tomadas en contra de la opinión de Lezo y con mucho disgusto de este. Fue el momento más crítico de las desavenencias entre Eslava y Lezo, hasta tal punto que Don Blas solicitó ser relevado de su cargo y Eslava le despojó de funciones. Luego se demostró, como había previsto don Blas, que estos hundimientos no estorbaron lo más mínimo la navegación de los enemigos en la bahía.

 

En efecto: en vísperas de la nueva acometida inglesa, Eslava convoca un consejo de guerra. Ordena hundir sin lucha los dos navíos de guerra con la idea de que la altura de sus mástiles complicaría el tránsito de barcos enemigos y esto, según Eslava, era mejor que hacerlos combatir.

 

(Pulsar en las imágenes para ampliarlas)

 

Vista de Cartagena en un detalle del Diorama de la Batalla de Cartagena de Indias (54 metros cuadrados) construído en 1995 y expuesto por primera vez en el Centro Cultura Fernández de los Rios, Madrid. Tras la ciudad y su barrio de Getsemaní se ve el castillo de San Felipe de Barajas y, tras él, el monte La Popa coronado por el Monasterio de Nra. Sra. de la Candelaria.

 

Así pues, los navíos Dragón (60) y Conquistador (64) corerían la misma suerte que los anteriores navíos situados en Bocachica: fueron echados a pique por orden del virrey. A la postre no se impidió el trasiego de barcos enemigos.

 

En el consejo de guerra Don Blas se mostró partidario de que los dos navíos resistieran todo lo posible y echarlos a pique después, como en Bocachica. Sus dos navíos debían hacer todo el daño posible a los ingleses antes de ser barrenados. Para Lezo, que toda su vida había estado dispuesto a combatir con sus barcos, era inconcebible que ahora se hundieran sin luchar. Explicó, además, que el hundimiento sería impedimento limitado, o ninguno, a la navegación de superficie, y llevaba razón: a los ingleses, en cuanto subió la marea, les dio tiempo a remolcar el casco del Conquistador (64) antes de que se hundiera completamente, restableciendo la navegación, lo que después les permitiría controlar todo el paso a la bahía y el posterior desembarco. No tuvieron ningún otro inconveniente y navegarían por allí pasando por encima de los buques hundidos sin tropiezo alguno. Lezo ya había avisado que el lugar era inadecuado para hundir los navíos debidos a los calados de la zona, diferentes a los de Bocachica. Pero, como ya era costumbre, el virrey hizo oídos sordos a las palabras de Lezo.

 

En ese Consejo de Guerra, Lezo volvió a dar muestras de su gran capacidad de iniciativa, la misma que la faltaba al virrey: aconsejó a Eslava que, dado que se abandonaba Castillo Grande, organizase trincheras en los estrechamientos de la zona de Manzanillo en aquellos lugares que son pasos obligados para las penetraciones terrestres en dirección a la ciudad. Es decir, justamente la zona en la que Venon había pensado desembarcar tropas. El virrey no escucha este consejo de Lezo y se irrita con él.

Nouveau Plan de Cartagene: Avec les Dernieres Attaques des Forts par L'Almiral Vernon. Suivant l'original Anglois 1741.

Biblioteca Nacional de España.

Esta lámina está fechada entre 1890 y 1927. Es una copia de original inglés (Mapa Vernon) de 1741. 

 

 

Con mucho dolor y toda la rabia del mundo, don Blas no tuvo más remedio que trasladar la orden del virrey a uno de sus oficiales de confianza, el capitán de fragata Pedro de Elizagárate. Había que cumplir disciplinadamente la orden del virrey Sebastián de Eslava. Serían barrenados.

Domingo 9

[ … ] ala tarde volvi en casa de D Seuastian de Eslaua, y me pregunto que sentia sobre la representación, que los Capitanes delos navios del Rey hacian sobre echarlos a pique, aque le respondi que no hera de parecer el que lo hiciesen hasta lo ultimo extremo, y que huviesen cumplido con su obligacion, defendiendo todo lo posible, y auxiliando al Castillo grande, y que lo demas era una ignominia, respondiendome que a el le parecía lo mismo.

 

Lunes 10

Este dia pase en casa de D Seuastian de Eslaua, quien llamó a D Feliz Celdran, y D Pedro de Elizagarate, como también a D Carlos Enaut Ingeniero maior, para ver si convenia, óno, echar los dos Nauios del Rey apique, y los tres fueron de parecer que se hiziese, que de esta suerte se conseguiría cerrar el Canal, porque no podrian aguantar el fuego delos Navios que los pueden vatir. Dixe á esto, que era de parecer contrario y que devian esperar a defenderse todolo que pudiesen, por el credito delas armas del Rey, y defender el Castillo grande [ … ] Volvio el Ingeniero de hazer su visita del Castillo grande y dixo [ … ] que no podia durar el Castillo dos dias, y eso con gran trabajo, exponiendo la nulidad de su construccion [ … ] emvio D Seuastian de Eslaua la orden por escrito al Castellano, para que clavase la artillería echase la polvora en el aljibe, y se retirase con su jente, y ami me dixo [ … ] se echasen a pique los dos Nauios del Rey, respondile, que no era de ese parecer, y que me era mui sensible se abnadonasen el Castillo, y Nauios sin la defensa correspondiente, y sin que los enemigos nos presisasen alos que me respondio, que siendo el remedio único  [ … ]  no hauia mas tiempo que perder, y q. era presiso hazerlo  [ … ]  con lo qual, ya D Seuastian de Eslava ha conseguido la ruina de todos los Nauios tirando ala Marina de que se ha declarado enemigo Capital, y delos mas opuestos a ella.

 

Martes 11

Fuialas seis en casa de Seuastian de Eslaua auer si se ofrecia algo  [ … ] vinieron dos Botes a tomar la Fragata Francesa llamada el León [ … ] sali al valuarte de san Ignacio, y con alguna de poca de jente que estaba alli, apunte yo mismo los Cañones, y hize fuego sobre los Botes que se volvieron asus bordos. llegó D Seuastian de Eslaua, y le dixe que hauiendo dado mas de quatrocientos hombres de mar para el Capitan delas Artillerias los dirijiese en las vaterias hera cosa censible, no estuviesen en sus puestos para estos casos ni huviese cosa con cosa para el servicio de la artillería  [ … ]  todos los navios de guerra se fueron acercando, lo que antes no hicieron, mientras reconocieron havia jente en el, y se mantenían los nauios del Rey, escarmentados del trato que recivieron en Bocachica, y con justa razón me opuse a que se abandonase el Castillo, y se echasen apique los nauios, pero he reconocido que muchos meses á esta parte ha despreciado este Cauallero todo cuanto le he dicho, esta tarde volvi asu casa aver si se ofrecia algo, pero nada me dijo, ni me ocupó [ … ]

Diario de Lezo

El hundimiento del Dragón (60) y del Conquistador (64), lo que quedaba de la Armada española en Cartagena de Indias, era un éxito o pequeña victoria para los ingleses aunque Lezo jamás habría entregado una victoria sin disparar un tiro. Se procedió a desmantelar los navíos a fin de aprovechar todo el material posible: cañones, balas, pertrechos, pólvora, todo lo utilizable. El material fue trasladado a tierra, reforzando las defensas de murallas y baluartes. Una parte fue destinada a Manzanillo.

 

Lo que Blas de Lezo deja escrito en su Diario el día 10 no tiene desperdicio, llegando a tildar a Eslava de enemigo de la marina española. Lo escrito el día 11 refleja tanto su crítica a las decisiones de Eslava como su impotencia al ver que este no le hace caso en nada, especialmente en aquello que anota Lezo: los ingleses, mientras vieron a flote los navíos españoles y los defensores de Castillo Grande en sus puestos no atacaron la línea, pero con los navíos hundidos y abandonado el castillo pasaron a sus anchas por la bahía. Esta puntualización de Lezo tampoco había sido escuchada por Eslava. De hecho, los ingleses iniciaron su ataque tras ver desmantelado Castillo Grande y los navíos bajo el agua.

ARRIBA Y ABAJO, reconstrucción virtual de Castillo Grande, situado en Punta Judío. Actualmente este lugar lo ocupa el Club Naval de Cartagena de Indias. En la imagen inferior se aprecia claramente, al fondo tras el castillo, Bocagrande y la barra de tierra que impide la navegación al interior de la bahía. Las imágenes, cortesía del Museo Naval de Madrid, son fotogramas del video Blas de Lezo. Las fortificaciones de Cartagena de Indias, propiedad de la Fundación Museo Naval. Todos los derechos reservados.

El día 11, volviendo a la carga, iniciaron los británicos el bombardeo a los fuertes de Castillo Grande y Manzanillo. El primero de ellos de madrugada fue abandonado por los españoles por orden del virrey porque consideró su posición absolutamente insostenible y las defensas del todo inadecuadas. Decidió que era mejor que sus hombres reforzaran murallas y baluartes, donde hacerse fuertes.

 

Sin embargo, en opinión de Don Blas, el virrey no había organizado adecuadamente las defensas artilleras, como comprobó él mismo en el baluarte de San Ignacio, a pesar de que ahora contaba en tierra con todos los artilleros navales. Un grupo de ingleses desembarca en Castillo Grande y, sin problemas, se hace dueño de la fortificación.


En cambio, Manzanillo, defendido por 24 milicianos criollos al mando del capitán de milicias Baltasar Ortega,  resistírá con denuedo hasta el punto de asombrar a los británicos. Lo sometieron a un bombardeo inmisericorde, primero a cargo del navío Weymouth (70) y tres bombardas, y luego con 13 navíos, hasta convertirlo en ruinas, pero no conseguían que se rindiera. Entonces Vernon decidió que había que tomarlo al asalto. Desembarcaron 1.600 hombres a prudente distancia de Manzanillo, fuerte hacia donde se dirigió una fuerza de asalto de los desembarcados que, al acercarse, fueron recibidos por disparos de metralla del único cañón de Manzanillo que aún estaba en condiciones de disparar, la cual hizo estragos en las filas británicas al causarle 200 bajas. Era tal la fiereza de los defensores que los ingleses retrocedieron. La oposición que encontraron en el intento de asalto les desmoralizó hasta el punto de recelar de los ataques a los milicianos que resistían entre las ruinas.

 

Los ingleses se reencaminan a otra dirección. Reconsideran la situación: ocupar Manzanillo no era imprescindible en estos momentos. A pesar de la fiera resistencia que ofrecen sus defensores, los ingleses ya han asegurado sus flancos para así concentrarse en dirigir la ofensiva hacia la que Vernon considera mejor opción, el punto estratégico: el castillo de San Felipe de Barajas. El asalto a Manzanillo podía esperar al fin de las operaciones principales y, tras ello, dedicarse entonces a eliminar a su guarnición.

 

Manzanillo quedará como un punto aislado y rodeado hasta el fin de la batalla de Cartagena de Indias.

 

En cuanto al fuerte de El Boquerón, el fuego cruzado de este con los baluartes de las murallas y el del castillo de San Felipe era, por el momento, insuperable para los ingleses y sus buques de guerra.

 

Un poco antes de todo esto, el 10 de abril de 1741, el arrogante Vernon había escrito a su esposa: 

 

 

 

 

Desde el navío "Princesa Carolina", en el puerto de Cartagena, 31 de Marzo de 1741.

Después del glorioso éxito que le ha complacido favorecernos a Dios Todopoderoso, de Cuyas múltiples gracias espero no ser olvidado nunca, no puedo dejar pasar la oportunidad de escribir una carta que envío a casa para haceros saber las gratas noticias, aunque con las prisas presentes no tengo mucho tiempo para entrar en detalles ....

El primer ataque fue de tres de mis barcos de 80 cañones en los fuertes de San Yago y San Felipe, permaneciendo a las afueras del castillo de Boca Chica, para asegurar el desembarco; condujimos al enemigo fuera de ellos en menos de una hora, asegurando el desembarco del ejército, sin mucho más que un simple disparo de mosquetón sobre ellos. Mis bravos marineros por dos veces atacaron y tomaron dos baterías en el lado opuesto del puerto; una de quince y la otra de cinco cañones de 24 libras. El general me recriminó el haber vejado a su ejército, habiendo ellos rearmado y reparado las armas después de nuestro primer ataque que las destruyó, y pudimos disponer nuestra batería en tierra.

En el propicio 25 de Marzo, el día que tomé el mando, el General me envió un mensaje de su intención de atacar el castillo de Boca Chica; sobre el cual, antes del tiempo que él proponía, envié todos mis barcos cargados de hombres y armados para desembarcar sobre esas baterías destrozadas una tercera vez, con el fin de distraer por ese lado, y favorecer su ataque. Pero el enemigo estaba tan consternado, que nuestras tropas marcharon dentro del castillo a través de la brecha sin que hubiera un solo disparo sobre ellos, y sobre las diez de la noche mis bravos marineros atacaron sin abrir una brecha el fuerte de San José, desde el cual, al principio de la noche, el enemigo había estado disparando a nuestros hombres con mosquetes, sin producir ningún daño. Pero ellos no se enfrentaron al ataque, pues abandonaron el fuerte, dejando sólo a tres españoles borrachos tras de sí. Animados con este éxito, mis oficiales encontraron a los españoles quemando y hundiendo sus barcos. Parte de los botes fueron separados, para intentar salvarlos; y abordaron y tomaron el barco del almirante español, El Galicia, con la bandera izada, y con su capitán dentro, el capitán de los infantes de marina, la insignia, y 60 hombres, quienes, no teniendo botes para escapar, nos dieron la oportunidad de salvar este barco, el cual tenían órdenes de hundir igual que los otros. Además del barco del almirante tomado, de 70 cañones, quemaron el San Felipe, de 80 cañones, y hundieron el San Carlos y el Africa, de 60 cañones cada uno, en el canal; y ese mismo día los únicos soldados que quedaban aquí habían hundido el Conquistador y el Dragón, de 60 cañones cada uno, ya que ellos habían hecho que todos los galeones y otros barcos yacieran debajo de Castillo Grande cerca de cinco leguas más arriba del puerto.

Solo tengo tiempo de añadir que ha complacido a Dios Todopoderoso preservar mi salud para llevar a cabo estas gloriosas fatigas, y tenerme en una buena disposición para comenzar con todo el posible vigor, para humillar a los orgullosos españoles, y llevarlos al arrepentimiento por todas las heridas y las depredaciones llevadas a cabo sobre nosotros durante mucho tiempo.

Solo tengo tiempo para enviarte mi más sincero amor y afecto hacia ti y bendiciones para nuestros queridos hijos; y con saludos para todos nuestros vecinos, y al honesto Will Fisher.

 

 

 


Letters of English Seamen

H. Moorhouse. Londres,1910
(Traducción de Margarita L. B.)

 

NOTA: hay que tener en cuenta que los datos británicos contienen una diferencia de diez días, por lo que intentar casar las fechas lleva a veces a confusión. Es que los british son "muy suyos": el problema es que en España, como en otros países paulatinamente, se pasó del calendario juliano al gregoriano (el vigente actualmente) quitando diez días en el mes de octubre de 1582, pasando a ser el día 5 de dicho mes a ser el 15; pero los británicos no lo hicieron hasta el año 1752, pasando el día 3 de septiembre a ser el 13. Por eso en sus libros de Historia cuando se cita una fecha anterior al cambio, se denomina como “old style” (estilo antiguo) y cuando es posterior “new style” (nuevo estilo). En fin, ellos, como muy bien los define, “van a su style” y los demás que se las arreglen como buenamente puedan.

 

 

Se aprecia el tono altanero mezclado con explicaciones a su manera.

 

No imagina el presuntuoso y engreído Vernon que poco después tendría que tragarse sus palabras. Porque las cosas, ni mucho menos, iban a terminar como tan gloriosamente dibujaba el inglés. Es lo que suele ocurrir cuando se vende la piel del oso antes de cazarlo, pues el oso, aún malherido, todavía guarda fuerzas para desventrar a quien intente vender su piel. Vernon creyó que con la caída de Bocachica ya estaba abierto el cerrojo de Cartagena, pero la batalla no había terminado y la ciudad aún no había caído.

Miércoles 12

Este dia los enemigos dispararon algunos cañonazos [ … ] alas seis pase en casa de D Seuastian de Eslava [ … ] me dijo, que era menester pasase a fuera a mandar la tropa  [ … ] y alas doze monte a caballo, y fui avisitar, y reconocer los parajes dela Ensenada del Manzanillo, y Albornos, por donde los enemigos podian hazer desembarco.  y despues de hauer apostado la tropa en los sitios combenientes, y dado las ordenes correspondientes, me retiré ala Quinta alas siete dela noche, como sitio oportuno para asistir a todas partes [ … ]

 

Jueves 13

[ … ] Los enemigos han metido dentro de la bahia dos fragatas, y dos Bombardas [ … ] Alas nueve y tres quartos dela mañana empezaron a Bombardear la Ciudad con dos Bombardas de dos morteros cada vna, sin que dela Plaza se le haya disparado mas de 3 cañonazos alas Lanchas [ … ] y han remolcado los enemigos una Fragata de 20 Cañones hacia el Texar de Gracia en donde tengo apostados 150 hombres sin duda será para cañonear este sitio, por lo que di orden se mantuviesen toda la noche, y que antes de amanecer se retirasen al Bosque; oy se han empezado a formar los merlones del reducto del caño dela Media Luna.

 

Viernes 14

[ … ] Esta mañana distribui las ordenes convenientes atodos los Capitanes delos Piquetes delo que devian observar en caso, que los enemigos los cargasen [ … ] escrivi a D Seuastian de Eslaua proponiendole se hiciese una trinchera desde el Caño de Gauala hasta la Quinta y dela Quinta hasta Cienaga y que reforzando este Puesto con tropa se esperase al enemigo, el que no dudaua segun el fuego que hacian las Fragatas querian hazer su desembarco, respondiome que mañana vendria al Cerro de San Lazaro, y que pasaria a este sitio, las Fragatas continuan su fuego todo el dia, y las Bombardas toda la noche.

Diario de Lezo

Sellos de correos dedicados a Blas de Lezo. Formaron parte de la serie Conquistadores de Nueva Granada (Serie II). Forjadores de América ,emitida el 12 de octubre de 1961, compuesta de 8 valores. Los personajes de la serie son Sebastián de Belalcázar, Blas de Lezo, Rodrigo de Bastidas y Ñuflo de Chaves.

 

En días sucesivos los británicos van realizando aproximaciones con barcos y lanchas así como algunos bombardeos, pero no parecen tener un objetivo claro excepto la búsqueda del lugar donde realizar un desembarco.. Vernon, temeroso de perder más navíos frente a la artillería española, sólo envía a bombardear uno de ellos, el  Oxford (70). El resto de buques atacantes son bombardas y fragatas.


El virrey, que parece haber reconsiderado las propuesta de Lezo que días antes había rechazado irritado, encarga a Don Blas que organice piquetes de marina, fuera de la ciudad y a cierta distancia de esta. Pero era evidente que las relaciones entre Eslava y Lezo estaban llegando a un punto insostenible, agravado por el hecho de que si el virrey, en sus atribuciones, daba órdenes directas al cuerpo de marina, entonces estaba usando a Lezo como simple correa de transmisión de tales órdenes. Y Lezo consideraba esto como un desprecio a su cargo y grave menoscabo de su autoridad dado que actuando así él no tenía ninguna sobre sus oficiales y gente de mar.

 

Los españoles se sitúan en puntos sitos en la zona conocida como La Quinta, zona relativamente cercana al castillo de San Felipe de Barajas. Lezo ordena a los piquetes que permanezcan alerta toda la noche y de madrugada se retiren hacia el bosque para evitar bajas causadas por la artillería enemiga.

 

El día 15 se intensifican el bombardeo inglés y los movimientos de aproximación de botes y lanchas a la costa; el virrey da órdenes contradictorias a las que Don Blas había dado a la tropa que se le había encomendado. Se hace evidente que los ingleses pretenden un desembarco masivo por la zona, en la cual la posición española en tierra es comprometida al no tener suficiente protección al bombardeo porque el virrey aún no había autorizado ni la formación de las trincheras solicitadas por Lezo ni otras ideas facilitadas por este. La trinchera propuesta por Lezo, con piezas de artillería, se extendería desde el Caño de Gracia hasta la Ciénaga de Tesca, ocupando la franja de tierra más estrecha de la zona de La Quinta. Los 14 hombres de Lezo que había allí en ese momento consiguen rechazar, solo con fusilería, los primeros botes y lanchas que se aproximan, pero no pueden aguantar el bombardeo inglés desde los navíos y se ven obligados a abandonar posiciones. Ya  era tarde para resistir en ese lugar porque se había perdido un tiempo precioso desde que Lezo había hecho primera vez la propuesta de organizar las tropas en esa zona para impedir el desembarco enemigo, que entonces había rechazado Eslava.


Mapas de elaboración propia indicando situación de la batalla a mediados de abril de 1741 y el detalle de la zona de desembarco inglés con la trinchera propuesta por Blas de Lezo que no llegó a realizarse.

 

No obstante la idea de hacer una trinchera en aquella zona no está libre de inconvenientes. El virrey, experimentado general de tierra, tenía razones para pensar que hacer frente con unos piquetes y poca artillería tras una trinchera hecha con rapidez a la avalancha inglesa de miles de hombres en terreno llano sin fortificaciones era casi un suicidio para los defensores y, por tanto, rechazaba la idea de sacrificar parte de su escasa tropa en una posición que, a la postre, no podría sostenerse. Por contra, esto llevaba a permitir a los ingleses aproximarse tanto que podrían bombardear la ciudad.

 

Sin embargo, la idea de Lezo era no ceder terreno sin combatir, resistir palmo a palmo, con lo que se conseguiría retrasar el máximo tiempo posible la conveniente retirada hacia otra posición. A la larga sería positivo para los intereses españoles porque el tiempo jugaba en contra de los ingleses. Añádase que, recordando lo ocurrido en Bocachica, un palmo de terreno lo conseguían los ingleses sólo a costa de pérdidas desproporcionadas, mientras que ya se había comprobado que las tropas españolas estaban dando un resultado excelente.

 

(Pulsar en las imágenes para ampliarlas)

 

De manera que don Blas estaba convencido de que el agotamiento, el calor y las enfermedades aparecerían finalmente haciendo mella en los enemigos. Lezo ya había visto con sus propios ojos los centenares de hombres de refuerzo que dejó la escuadra de Rodrigo de Torres antes de que se iniciase la batalla  que se perdieron por las enfermedades tropicales. Y eso, teniendo en cuenta el tiempo que los ingleses llevaban ya gastado sin haber conseguido la conquista de la Plaza, no podía tardar en suceder. En cualquier caso, el paso del tiempo favorecía la tesis de Don Blas.

 

Pero el virrey es la máxima autoridad. Don Blas ya no puede defender la bahía con los barcos bajo su mando, pues fueron todos hundidos, y sus marineros y artilleros están en tierra, donde el virrey ningunea a su jefe, a Don Blas. A pesar de su constante e intachable inclinación al servicio y de haber puesto a disposición del virrey sus barcos, sus marineros, sus artilleros, los pertrechos de sus barcos así como los cañones, pólvora y balas de estos, todo lo necesario, Eslava ni siquiera le concede iniciativas, alguna libertad de movimientos, cierta autonomía para organizar sus hombres y la defensa que convenga, para la cual a Don Blas no le faltan ideas.

 

Lezo se desespera amargamente, y estalla: reprocha la actitud del virrey y pone su cargo a disposición del mismo, al que le dice que envíe a quien quiera para ocupar su lugar. Don Blas se explaya en su Diario ese mismo día, llegando a escribir en él que las disposiciones de Eslava son del todo inconvenientes. El virrey asume el mando efectivo y directo de todas las tropas, incluidas las de Marina, y envía para relevar a Lezo al teniente coronel Pedro Casellas, que anteriormente había dirigido con éxito las baterías de La Boquilla. Vale la pena prestar atención al Diario de Don Blas en el día 15.

 

 

El diorama de la Batalla de Cartagena de Indias el día de su inauguración por el entonces alcalde de Madrid José María Álvarez del Manzano y durante una exposición de maquetas que se realizó en el Parque de Atracciones de la capital española. El diorama mide 9 x 6 metros. Utiliza diferentes escalas, una para barcos y edificaciones y otra para la bahía. Tiene 75 barcos con tripulaciones sobre las cubiertas, y también mucha vegetación. Los autores tardaron 15 días en montar el diorama.

 

 


Savado 15

[ … ] se atrocó un nauio de 60 Cañones ala costa que llaman de manga, y batio este sitio dela quinta, texar de Gavala y Playon de san Lazaro. Alas siete dela mañana vino D Seuastian de Eslaua a este sitio, dixele me embiase cañones para Vatir este Bergantin, y Fragatas y apartarlas de estas cercanias, por lo mucho que incomodaban nuestra tropa, pero no se dio por entendido ami proposicion, ni dela que ayer le hize en punto a tomar la Trinchera, y reforzar este importante puesto, y se fue auer los Piquetes, que estaban apostados, y se retiro ala ciudad. Alas dos dela tarde viendo este abandono, llamé al Capitan de Fragata D Pedro Elizagarate, mi Oficial de ordenes y le dixe: baya Vm. aber a D Seuastian de Eslaua, y digale de mi parte que teniendo presente las ningunas providencias que me dio en Bocachica para impedir el desembarco alos enemigos, y formacion de sus Vaterias, desconfio me de las que ayer le pedi por vm Papel, y los que le he repetido oy verbalmente en este sitio, y asi me diga lo que quiere que haga, porque para retirarme con ingnominia embie aquien quisiere y asi supiese su vltima determinacion, porque lo demas era vivir engañados debajo de aparentes disposiciones nada convenientes al servicio del Rey, yonrra delos hombres demi carácter, y que nunca seria yo responsable de sus descuidos. Y auiendo vuelto D Pedro de Elizagarate me dixo: que alos principios de mi recado, respondio, que el averme embiado aquel sitio fue porque vn sujeto le dixo, que yo lo deseava, que en quanto ala trinchera, que le havia propuesto, que no lo tenia por conveniente, porque necesitaba de dias, según se lo havia dho el Ingeniero; y que embiaba al theniente Coronel D Pedro Casellas Comandante del Batallon de Aragon, aquien podia dar las ordenes delo que podia prazticar, y me retirase ala Plaza en donde deseaba estuviese mas que afuera. Vino D Pedro Casellas, aquien previne las ordenes que hauia dado alos Piquetes y prouidencias que hauia pedido a D Seuastian de Eslaua, las que halló por precisas y necesarias pero sin haverlas podido conseguir, alas siete y media me retire ala Ciudad, y fui al Baluarte de san Ignacio adonde estaba D Seuastian de Eslaua, y me mantuve con el hasta las dies que se retiró.

Diario de Lezo

El día 16 de abril a las 2:00 de la madrugada los británicos realizan desembarco, ocupando la zona conocida como Tejar de Gracia, situada a menos de 5 kilómetros de Cartagena de Indias. En la zona llamada La Quinta establecieron su base unos 2.000 soldados. Los primeros que desembarcaron fueron los granaderos y después diferentes regimientos hasta completar un total de más de 4.000 soldados. A las ocho y media de la mañana empezó el intercambio de fuego, aguantándolo tan solo los piquetes de marina y de Aragón. Entre las filas españolas no había en la zona el suficiente número de hombres ni trincheras para oponerse a semejante fuerza y retrocedieron.

 

El virrey decide enviar refuerzos, unos 75 soldados veteranos, que tenía inactivos en el lado norte del Cerro de San Lázaro, que se dirigen al lado sur para oponerse a los british. Estos deciden flanquear a los españoles con sus colonos mientras los selectos granaderos atacarán de frente a los defensores. Los veteranos españoles no tardan en dar cuenta de los primeros pelotones ingleses a base de disparos de mosquete. Los granaderos ingleses sufrieron muchas bajas. Pero eran demasiados atacantes para tan pocos y desprotegidos defensores que, además, están próximos a ser rodeados. En estos combates los españoles hieren y capturan a un soldado español que había desertado, de nombre Juan Fernandinho.

 

 

Sello de corros dedicado a uniformes militares españoles del siglo XVIII. A la derecha un granadero y a la izquierda un abanderado del regimiento de Zamora en 1739 . La emisión de este sello se realizó en 1974.


Los veteranos españoles se ven obligados a retirarse, pero un grupo de 14 hombres quedó aislado en el bosque, junto al Caño de Gracia, donde asombrosamente resistirán en trincheras improvisadas. Los veteranos en retirada se situarían en posición mucho más fuerte en las faldas del Cerro de San Lázaro y en el propio castillo de San Felipe de Barajas.

 

Pero el desertor Juan Fernandinho (de origen portugués) supone un nuevo enfrentamiento entre Lezo y Eslava. Lezo pide la ejecución en la horca, que en tiempos de guerra era el castigo establecido para la deserción. Eslava se niega alegando que el soldado estaba herido.

Domingo 16

[ … ] los enemigos formados en numero de mil y quinientos hombres en el Texar de Gracias los que sin duda desembarcaron anoche [ … ] y aguantaron el fuego, los piquetes de Marina y Aragon, los que se retiraron con alguna confuccion sinque se diese providencia de sostenerlos, haviendo el corto numero de quatrocientos hombres, que compondría nra tropa, y los enemigos se apoderaron dela Quinta y Texar de Gauala, y los nuestros se retiraron al Playon de San Lazaro, oy dio providencia D Seuastian de Eslaua para reforzar la muralla de la derecha dela Media Luna, y hazer vna Bateria nueva ala falda del Castillo de San Lazaro que mira hacia el Texar, huerta de Lozano, pero me parece que estas prouidencias pueden servir de poco en la situacion presente [ … ]

 

Lunes 17

[ … ] los enemigos amanecieron posesionados del Convento del Cerro dela Popa, y todas las prouidencias, y ordenes ala tropa, y jente del mar de Marina se distribuyeron por D Seuastian de Eslaua sin que de mi se haga caso ninguno, y continuo mis salidas a todas partes con el sin darme por entendido, toda la noche echaron muchas Bombas.

Diario de Lezo

Al día siguiente, 17 de abril, una compañía americana venida de la colonia de Virginia al mando del capitán Lawrence Washington, el hermano mayor del que sería después primer presidente de EE.UU., ocupa La Popa.

Imágenes actuales del Convento de Nra. Sra. de la Candelaria en el cerro de La Popa. En la fotografía de abajo, en primer término, el castillo de San Felipe de Barajas.


Este accidente geográfico suponía una amenaza para el castillo de San Felipe de Barajas estando los soldados ingleses a menos un kilómetro del mismo. La artillería que los británicos pudieran instalar en La Popa podría batir con ventaja al castillo que defendía el acceso a la ciudad. La Popa no estaba dotada de las convenientes defensas que proponía Lezo y que el virrey no aprobó. No se podía defender esa elevación. Sin embargo, los ingleses carecían de medios para subir hasta allí los pesados cañones. Vernon, para no perder tiempo, rechazó en principio bombardear desde el convento.

Situación de la batalla en los días 18 y 19 de abril de 1741. Tras desembarcar en la zona llamada Tejar de Gracia los ingleses han establecido un primer campamento en La Quinta desde el que pueden avanzar hacia la ciudad. Vernon intenta nuevamente una maniobra de pinza atacando Cruz Grande, pero los atacantes son rechazados, quedando los españoles en posesión de este lugar. El inglés se está quedando con una única carta: el asalto y toma del castillo de San Felipe de Barajas, condicición "sine qua non" puede tomarse Cartagena de Indias. Elaboración propia.

 

Por otro lado, los ingleses habían conseguido desembarcar un grupo de 300 soldados en La Boquilla y se aproximaban hacia la ciénaga de Tesca. El virrey, obrando con diligencia, envió 200 hombres para reforzar al capitán Antonio de Mola. Este refuerzo fue suficiente para contener a los ingleses y rechazarlos, produciéndose una precipitada huida de los atacantes, que dejaron 16 muertos, armamento, heridos y prisioneros. Contener a los british en la zona de La Boquilla evitando así que atacasen el Cerro de San Lázaro por el norte es algo importante pues con esta acción se impedirá rodear la posición española simultaneando ese ataque desde el norte con el procedente de Manga y Manzanillo, el lado sur. Este combate, una vez más, dio la razón la Lezo en sus predicciones: en La Boquilla sólo era necesario contener a los atacantes pues aquella zona difícilmente sería el grueso de la ofensiva inglesa debido a las condiciones de la zona que dificultaban el desembarco y el avance, lo que impedía establecer una cabeza de playa sólida.

 

(Pulsar en las imágenes para ampliarlas)

 

Martes 18

[ … ] Atacaron los enemigos ala Boquilla, y Cruzgrande, se embiaron algunos Piquetes, y se retiraron los enemigos, continuo su fuego el Nauio de 60 Cañones al Playon de san Lazaro y al Cerro y las Bombardas en echar Bombas ala ciudad.

 

Miercoles 19

Continua el fuego de Cañon y Bombas, y en la Boquilla, y Cruz Grande los enemigos su ataque, y seles mató quinze hombres, y vn Ofizial sin los heridos, quedando los nuestros ocupando aquel Puesto.

Diario de Lezo

 

Mientras tanto, la ciudad recibía insistentes bombardeos. Uno de los proyectiles impactó en la iglesia de Santo Toribio. Esta bala de cañón puede ser contemplada hoy día por cualquier visitante de la ciudad, pues se conserva en dicha iglesia del casco antiguo.

 

La artillería española va afinando la puntería contra los buques ingleses que bombardean la ciudad: desde los baluartes de Getsemaní y el fuerte El Boquerón se consigue dañar de consideración a siete buques ingleses, lo que obligó a Vernon a retirar sus plataformas más importantes de la línea de fuego.

Dos imágenes de la Ciénaga de Tesca en la actualidad.


El día 18 los ingleses practican la guerra psicológica e intentan convencer a la ciudad de que se rinda. Lo hacen enviando a un negro jamaicano con un pliego dirigido a Tomás Lobo, un clérigo de Cartagena de Indias, en el cual se prometía a todos los ciudadanos el derecho a libre comercio con Inglaterra y se garantizaba el ejercicio de la religión católica a cambio de que diesen obediencia al rey inglés.

 

La suerte del castillo de San Felipe de Barajas, y con él Cartagena de Indias, con miles de ingleses prácticamente a sus puertas, parecía sellada. Lezo recomendaba reorganizar las fuerzas y emprender un ataque, aprovechando la oscuridad de la noche y el conocimiento que se poseía del terreno, para desalojar al enemigo de las posiciones que habían alcanzado tras el desembarco. Eslava no era partidario de ello, sino de parapetarse tras las murallas de la ciudad. Lo único que quedaría fuera de ellas sería el castillo de San Felipe de Barajas.

 

Para Cartagena de Indias son días de febril actividad: se acoge a los últimos habitantes que estaban extramuros en caseríos cercanos, se organizan partidas de guerrilleros, se forman trincheras en las calles, se sacrifican caballos para que sirvan de alimento a la población, se tapian puertas, etc.

 

Son los peores días para la plaza. Con los ingleses cercanos a las murallas, los cartageneros luchan por su propia vida. Por sus familias, casas y posesiones. Por conservar la ciudad. Por su religión y por su rey. Por su futuro. Cartagena está peligrosamente próxima a caer manos británicas, la posibilidad es muy real. Si los ingleses se apoderan de ella tendrán la llave del imperio español en toda Sudamérica.

 

El virrey temía la posibilidad de que algún frente (la Boquilla o el castillo de San Felipe, al norte o al sur) fuese desbordado. La situación parecía escaparse de su control. Es posible que reflexionase que en la crítica situación no debía dejarse de contar con un hombre de la valía de Blas de Lezo. Sus servicios eran imprescindibles. En lo que respecta a Don Blas, su carácter y mentalidad le impiden mantenerse en situación pasiva, siempre ha sido un hombre de acción, necesita ejercer su iniciativa, actuar. Eslava y Lezo deben superar sus diferencias. Ambos deben ceder a la vista de lo más importante: la defensa de Cartagena de Indias. Con sensatez, responsablemente, a pesar de la inquina que le había tomado, Eslava acepta de alguna manera responsabilidades de mando de Lezo. La situación lo exige. Sin asomo de duda, Don Blas se dirige hacia lugar de máximo riesgo: el castillo de San Felipe de Barajas donde dará órdenes oportunas para la defensa del mismo.

ARRIBA: imagen aérea actual de Cartagena de Indias. La avenida que bordea la ciudad vieja junto a las murallas se llama Avenida Blas de Lezo. La zona verde de la izquierda es el Parque de la Marina, lindante con el Museo Naval del Caribe, junto a las murallas. Se ve claramente, un poco a la izquierda, la iglesia de San Pedro Claver y muy cerca de ella una plaza grande de forma triangular, denominada Plaza de la Aduana.

 

ABAJO: El diseño de la Plaza de la Aduana, llamada también Plaza Real, en el primer plano conocido fechado en 1571 que se conserva en el Archivo General de Indias, Sevilla.

Ocupadas las alturas de La Popa, como vimos, los británicos celebraron consejos de guerra en los que discutían cómo atacar la fortaleza de San Felipe de Barajas antes de que los españoles terminaran las obras de defensa. La cuestión estribaba en las tres opciones posibles: efectuar apoyo naval o no, hacerlo al asalto exclusivamente o, como última alternativa, esperar a que estuviesen montadas las potentes baterías inglesas de artillería de tierra. El tiempo empezaba a apremiar para los británicos pues preocupaba la escasez los víveres y era muy peligroso seguir exponiéndose mucho más tiempo al contagio de enfermedades tropicales. Las discusiones entre los mandos y la lenta evolución de la formación de posiciones en tierra hizo que los españoles terminaran de preparar las defensas y que las temidas enfermedades empezaran a aparecer entre las filas británicas.

 

Para los españoles, como ya se había hecho demasiado tarde para realizar una carga de infantería (la debería haber ordenado días atrás el virrey, como deseaba Lezo), Don Blas ordena desbrozar las inmediaciones del castillo con el fin de que el enemigo no pudiera ocultarse y, de esta forma, cuando se acercara, poder apuntar su fuego a un blanco visible. 


Al mismo tiempo, ordena ahondar el foso alrededor de la fortaleza, cosa que ya había propuesto tiempo atrás. Profundizar el foso tenía como finalidad que las escalas que emplearían los asaltantes se quedasen cortas y no pudieran alcanzar la altura de la muralla. Estos trabajos se realizan aceleradamente de noche, utilizando a todo el personal disponible. Y, finalmente, dando una muestra más de su ingenio e inteligencia, ordena fabricar trincheras a lo largo de la ladera sur del castillo.

 

Pero no trincheras al uso, sino alargadas en zig-zag, o si se prefiere, en forma de Z, para que los defensores se dieran unos a otros la máxima cobertura. El diseño de esta trinchera permitía disparar sobre el enemigo en fuego cruzado, así como cubrir varios flancos a la vez y no ser desbordada a la primera carga. Su localización en el lado sur otorgaba una posición favorable en la ladera del castillo con el enemigo subiéndola con esfuerzo y protegida por el propio castillo. La cobertura que la tierra ofrecía permitía cierta protección del cañoneo inglés el cual, además, tendría que desviarse de castigar las murallas para batir la trinchera de defensores. Así las murallas podrían mantenerse sin ser batidas. Otra ventaja adicional de estas trincheras es que proporcionaban profundidad al despliegue defensivo que permitiría desgastar el impulso atacante aunque la acción debería de estar convenientemente coordinada para, por una parte, poder acogerlas con seguridad dentro de la fortaleza cuando las fuerzas no pudiesen resistir más en el exterior y, por otra, para que el fuego de los cañones del castillo no dañase a sus propios defensores. Último detalle importante: cuando la infantería inglesa cargase tendrían que suspender el fuego artillero so pena de bombardear a sus propias tropas en las trincheras españolas o cerca de ellas.

 

Don Blas de Lezo recorre en persona estas defensas. Estaba dispuesto a oponer una resistencia tenaz ajustada con altas dosis de ingenio.

 

Se intensifica el abastecimiento de armamento, municiones, víveres, herramientas y material de fortificación para el castillo con las reservas existentes en la ciudad, empleando para el transporte el acarreo y los carruajes de la población civil cartagenera que había permanecido en la ciudad.

La batalla de Cartagena de Indias. Francisco Javier Membrillo Becerra. Publidisa, 2011.

 

El arrabal de Getsemaní (que entonces se llamaba Jinjimani) también se prepara para la batalla. Son llevados nuevos cañones a la batería de los Doce Apóstoles, en la Media Luna, junto con municiones y la pólvora necesaria.

 

El  cañoneo inglés, desde días antes, había sido incesante, mañana, tarde, noche, mañana, tarde, noche, el día siguiente, y el siguiente ... pero la moral de las tropas españolas no se hundia y los ingleses no terminaba de debilitar el espíritu de defensa. A pesar del castigo continuo, las defensas aguantaban lo que les llegaba de los cañones ingleses. Sin embargo, Vernon estimó que Cartagena de Indias podría aguantar sólo dos o tres días más, no veía posible que con la cantidad de artillería que estaba empleando pudieran los españoles resistir más tiempo el empuje inglés. Y es que en el lado británico las cosas iban bien para ellos. Aparentemente. Vernon, muy ufano y convencido de su próxima  victoria, que lo cubriría de gloria al hacer caer la llave del imperio español, envío la corbeta Spencer, al mando del capitán William Laws, a Gran Bretaña, con dos españoles prisioneros y el estandarte del Galicia, adelantando sus previsiones futuras de los acontecimientos, anunciando que esperaba la victoria y, por tanto, la tan inminente como inevitable conquista de Cartagena de Indias.

ARRIBA ,   This Plan of the Harbour, Town, and Several Forts, of Cartagena     (Este Plano del Puerto, Ciudad, y Varios Fuertes, de Cartagena) ,  un  "Mapa Vernon",  versión coloreada. Es obra de Samuel Harding y William Henry Toms, mide 44 x 58'5 cms y está fechado en 1741. Basado en él se realizaron mapas como el que vemos DEBAJO de estas líneas, a la izquierda, que es el mapa de la editorial holandesa Convens y Mortier, mientras que a la derecha vemos  A View of Cartagena with the several dispositions of the British Fleet under the Command of Admiral Vernon, de Isaac Basire, editado en Londres y fechado en 1741.


Cuando la noticia llevada por esta corbeta llegó a Inglaterra el 17 de mayo de 1741 cundió el júbilo. Alegría. Entusiasmo. Repiques de campanas. Alborozo general. Vítores a Vernon, nuevo héroe británico. Salvas de mosquete disparadas desde la mismísima Torre de Londres. Festejos con fuegos artificiales. Varios días de fiesta. Borracheras públicas.

Se acuñaron medallas conmemorativas (ver CAPÍTULO 20) por una victoria ya segura y grandiosa –pero inexistente--. Aún más: el día 29 de mayo se imprime el “Mapa Vernon” igualmente con motivo de celebrar la victoria cuando aún no se sabía qué demonios estaba ocurriendo durante esos días en Cartagena de Indias. Este mapa se vendió individualmente al precio de 1 chelín en blanco y negro, y a 2 chelines coloreado. Basado en él, Jean Covens y Corneille Mortier editaron en Amsterdam otro mapa poco después.

  

 

A la DERECHA, una de las medallas conmemorativas de la aún no producida victoria de Vernon, representado de pie tomando la espada, en señal de rendición, de "Don Blass" quien es representado de rodillas.


 

 

 

IZQUIERDA: retrato de Edward Vernon, obra de Thomas Gainsborough.

National Portrait Gallery, Londres.

 

 

 

 

 

He visto dos retratos de Edward Vernon, y en ambos    --uno, pintado por Gainsborough--    tiene aspecto  de  inglés  relamido, arrogante y chulito. Con  esa   vitola   y  esa  cara,  uno  se  explica que vendiera  la  piel  antes  de  cazar  el oso, haciendo acuñar por anticipado las medallas conmemorativas de la hazaña que estaba dispuesto a  realizar.  Pese a que a esas alturas de las guerras con España todos los marinos súbditos de Su Graciosa sabían cómo las gastaba Don Blass, el cantamañanas del almirante inglés dio la victoria por segura.

El vasco que humilló a los ingleses.

Arturo Pérez-Reverte. 2010.

La realidad, que los británicos no parecían ver (o no querían ver) era algo diferente a la apariencia del hoy y preocupante para el mañana: llevaban más de un mes batallando por conquistar una ciudad defendida por unos cuantos centenares de hombres, mucho más tiempo del que podía imaginar Vernon al principio de las operaciones, y aún no habían conquistado la plaza. El bastión que guardaba la entrada a la misma, el castillo de San Felipe de Barajas, tampoco había sido tomado y se antojaba empresa difícil hacerlo. Sólo en Bocachica, en el empeño de tomar el castillo de San Luis y forzar el paso ante los navíos de Lezo, se había consumido un tiempo muy considerable que les había costado varios buques y cientos de bajas. Se adentraban en los días de la temporada de lluvias, que a veces era muy persistente, lo que hará muy difícil el avance por el terreno al formarse mucho barro y canales de agua, lo que significa que podían complicárseles muchísimo los movimientos. Si empezaba a llover intensamente, el agua los dejaría incluso paralizados. Además, las provisiones escaseaban pues los víveres no se habían previsto para una campaña tan larga y ya no tenían alimentos frescos. Los españoles ejecutaban acciones de guerrilla, que no les dejaban a los ingleses abastecerse adecuadamente y, aunque los defensores también sufrían escaseces, aguantaban porque se abastecían aprovechando el conocimiento del terreno, ese laberinto de canales y ciénagas por el que lograban proveer mínimamente la ciudad. Y un dato especialmente preocupante para los británicos: se encontraban durante bastante tiempo en un lugar en el que se exponían a las enfermedades tropicales, lo que les causaría importante bajas.

 

Hay quien dice que el cólera ya era grave. Una enfermedad que habían traído en sus barcos que empezaba a cobrar su tributo, mientras que los españoles se extrañaban de una enfermedad insólita. Pero sobre todo la fiebre amarilla era la amenaza.  Lezo jugaba la baza del tiempo a su favor y conocía de primera mano las bajas que podían causar estas enfermedades pues tiempo atrás pudo ver la mortandad causada entre los españoles que habían llegado con la escuadra de Rodrigo de Torres. A los ingleses les podía pasar lo mismo, con el agravante de que no se habían tomado su tiempo para  enterrar a sus muertos y, en adelante, aún menos tiempo tendrían para ello. Por tanto, Lezo sabía que cada día que los ingleses se retrasaran en su avance, supondría a la larga un aumento de las posibilidades de victoria de los españoles.

 

Y en cuanto a las acciones que estaban realizando los ingleses desde que sobrepasaron Bocachica pues ocurría que no habían llevado un plan claro y con objetivos bien definidos. Golpeando sin profundidad en La Boquilla la inercia les había llevado, necesariamente, a enfrentarse al castillo de San Felipe de Barajas, al que no habían tenido más remedio que conceder un tiempo precioso para reforzar sus defensas, mientras que ellos se desgastaban en bombardear fuertes y murallas con escaso resultado además de esforzarse en instalar un campamento y desembarcar miles de hombres y artillería.

 

Por tanto, la inminente y clara victoria inglesa no es tan segura pues la situación arroja incertidumbres.

 

Hay datos preocupantes.

 

Quizás demasiados.

 

Y, en efecto, no tardó en dar comienzo un calvario para los británicos.

 

Caían al suelo súbitamente y morían en poco tiempo sin que les diera ninguna bala. El escorbuto, el vómito negro  (también llamado fiebre amarilla) u otros males empezaban a diezmar las filas de los atacantes. Las guerrillas españolas se envalentonaron por todas partes hasta el punto que el virrey y Lezo tenían que contener a los embravecidos que deseaban salir de las murallas y enfrentarse cuerpo a cuerpo con los invasores británicos. Lezo, con clarividente juicio, se daba cuenta de que utilizando con inteligencia el limitado número de recursos y sacándoles el mayor rendimiento posible la victoria británica era solo aparente y que el tiempo que llevaban los ingleses allí les pasaría factura. Lo sabía desde el principio de la batalla cuando aparecieron las primeras velas enemigas frente a Cartagena de Indias. Su idea fue mantener alejados el mayor tiempo posible a los ingleses, de manera que si resistían lo suficiente, el tiempo se convertiría en un aliado. Permitir salidas de algunos arrojados, desesperados o atrevidos, debía hacerse en el momento oportuno y este no había llegado, había que seguir resistiendo y no lanzarse sin más contra un superior número de enemigos en campo abierto. Esas salidas expondrían al fuego británico a los escasos hombres que había que conservar para la acción realmente importante. Hacer salidas intempestivas no aportaba nada a una victoria que él creía posible en un futuro muy próximo, pues era evidente que el próximo combate sería decisivo, pero que los británicos no parecían capaces ni siquiera de intuirlo. Por último, enfrentarse innecesariamente a los británicos era exponerse a ser rápidamente contagiados por sus enfermedades.

 

Lo más sensato era seguir defendiéndose. Por poco tiempo más. Porque todo iba a decidirse ... ahora.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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